Diciembre 28 de 2017: Carta abierta a la comunidad escort

Humanos y señoritas: Buenas noches.

Escribo porque, como ustedes, siento una profunda indignación al respecto de las señoritas escorts que han sido asesinadas en el último mes. Para ello, también hay que mencionar a las miles de mujeres que han muerto asesinadas en México; hay que sentir rabia, hay que dolerse todas las entrañas, todos los poros de la piel. No podemos ser simples y atónitos observadores de esta serie de muertes, no podemos permitir que la violencia se vuelva parte de nuestra realidad.

Pienso en el ambiente escort, en todas las señoritas que las que he compartido momentos de mi Soledad. Pienso en los nombres que desconozco detrás de sus nombres, en quienes en sus casas las esperan con el mismo cariño con el que ustedes aman a los suyos, como yo amo a mi madre, a mis hermanas, a mis abuelas, a mis tías y a mis amigas. Una escort es un tesoro, es la columna de cientos de familias; es madre, es hija, es hermana y es amiga, cargas mucho más grandes que ser nuestras fantasías.

Cada vez que cualquier trabajadora sexual muerte víctima de un asesinato impune, bajo las garras alevosas de un puñado de enfermos, entra en una lista de mujeres que son asesinadas todos los días en este país ultraviolento donde ya no existen garantías para nadie. Es terrible mencionar cifras: una persona es privada de su vida cada 16 minutos y los números seguirán creciendo como espuma. En específico, ser trabajadora sexual se ha convertido en un albur, en una ruleta rusa.

La trata de blancas y la violencia contra las trabajadoras sexuales son temas antiguos, son quizás las aristas más visibles de un panorama complejo; sin embargo, no nos podemos olvidar de las escorts de lujo, quien también están expuestas al riesgo de ser dañadas por cualquier maniaco sin nombre, por algún degenerado sin rostro. El trabajo sexual debe pelear su derecho de ser digno, lejos de la indiferencia, el paternalismo, los prejuicio y los estigmas de nuestra sociedad de dobles morales y faltas compasiones. Si bien no hay reglamentos escritos en este ambiente, de cada parte depende hacer de esto un terreno más seguro.

Por supuesto, pienso en Danna y en Génesis, pero también lamento haber olvidado otros nombres, otras vidas, otras razones. Con la información comienza la justicia y ésta se opondrá al olvido y a la indiferencia. En tiempos de impunidad e incertidumbre, la línea de vanguardia ante la impotencia es la memoria, ésa que nos ha permitido acordarnos de las grandes infamias de nuestra historia, ésa que no nos abandona cuando parece que todo está perdido. Para bien y para mal, a la justicia hay que buscarla un poco más.

Temer significa haber perdido la batalla, haberse rendido ante el miedo que petrifica todo lo que en los hombres es vital. No podemos dejar de andar con precaución, protegernos las espaldas, resguardar nuestras vidas; hay que ayudarnos, hay que informarnos, cuidarnos entre todos. Al final de cuentas, no podemos olvidar que el asunto es gozarnos con toda la piel y todos los sentidos.

Humanos y señoritas: Por favor cuídense mucho. Los tengo en la mira...

C.C.